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Cuidados Del Pan Para Un Sánguche Perfecto

Santiago Sahli / Chef Sansabor

No es banal mostrar un gesto de preocupación por el soporte esencial de nuestro alimento preferido: ya sea por cariño y gratitud; como por la salud de tu paladar. 

La primera regla: el pan, sin importar los rellenos que abraza, debe estar caliente, o tibio al menos. La segunda es que debe existir un buen crujir, pero no cualquiera. Por eso es importante la forma de calentarlo.

El error clásico que cometemos es poner los panes en el horno, despojados de cualquier prenda. Esto que se ve bastante lógico, no lo es del todo, ya que el calor del horno le quita toda la humedad que el pan contiene dentro, especialmente en su corteza.

¿Qué ocurre entonces? El crujir se va un poco al extremo y termina crujiendo tu paladar, quedando como recuerdo esas hilachas molestas por varias horas.

Para evitar esa triste realidad, mejor es arropar bien cada pan: una vez teniendo el horno caliente y a potencia media, envuelve cada pan en papel aluminio antes de llevarlos al calor. Ponlos sobre la rejilla, en el centro del horno y con el cierre hacia arriba.

Unos 10 minutos a pleno sauna son suficientes. Pero si quieres llevar el crujir y la humedad a un equilibrio zen, abre los envoltorios por arriba y déjalos calentar unos 2 minutos más.

Y ya si quieres llevar la situación a un nivel superior, ten caliente un sartén para cuando los panes salgan del horno. Desenvuélvelos, córtalos por la mitad, unta un buen poco de mantequilla en cada lado y tíralos en el sartén con la miga mirando hacia abajo. Calienta a fuego medio hasta que la miga se dore bonito y de ahí directo a rellenarlo con las maravillas que tengas esperando (como este Ave Pimentón 2.0 https://bit.ly/2K3HthH)

Esto es medio trabajoso si tienes muchos sánguches que preparar. Para esos casos, puedes también cortarlos y dorar las migas antes, y luego envolver los panes para calentarlos en el horno. Así salen todos listos de una sola vez.

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