No hay buena cocina que no tenga una tabla de madera regalona, pero hay quienes terminan relegándolas en un cajón porque con el tiempo se llenan de manchas porfiadas y olores poco amables.
Si tienes una tabla linda es completamente posible que te acompañe por muchos años, siguiendo estas recomendaciones de vez en cuando.
Para eliminar una mancha porfiada, echa ½ cucharadita de bicarbonato de sodio sobre ella y remoja la punta de un paño en agua caliente. Refriega con suavidad sobre la mancha y luego enjuaga con agua tibia.
Si la tabla tiene un olor desagradable, entibia un pocillo con vinagre de vino blanco en el microondas, remoja en él un paño limpio y refriega la madera. Luego enjuágala con agua tibia. Prueba también frotando la mitad de un limón sobre la madera.
Para darle impermeabilidad, embetúnala con cera de abejas que puedes encontrar en una tienda de productos naturales. No uses otros aceites: protegerla con aceite de oliva o uno vegetal suena bien, pero estos aceites en contacto con el aire se ponen rancios y tu tabla puede terminar oliendo peor que antes.
Cuando uses un cuchillo dentado, como para cortar el pan por ejemplo, hazlo sobre otra tabla. Así tu tabla tendrá menos cicatrices.
Siempre lávala apenas la termines de usar, bajo el chorro de agua y usando poco detergente. Si la lavas con mucho detergente la tabla se resecará más rápido y se tornará más porosa, lo que la hará absorber más olores. Evita dejarla sumergida en agua, es cavarle su propia tumba. ¡Y para qué decir meterla dentro de la lavavajillas! Eso es tortura.
Déjala estilar sobre el seca platos, evitando que quede apoyada sobre un charco de agua. Mejor aún si la secas con un paño apenas termines de lavarla.