Hay algunos hábitos caseros de los cuales nos orgullecemos y otros que no tanto. Este, el tener caldos naturales guardados listos para cocinar, es uno de los que te dejan con la consciencia tranquila. Y el paladar dichoso.
Un buen caldo no es el resultado de procedimientos complejos, independiente de si va a ser de pollo, verduras, carne o pescado, solo hay que tener claro tres factores que son la base para triunfar: Un lindo sofrito, una rica sazón y tiempos relajados.
Primero entonces vamos con el sofrito: una fiesta fogosa de verduras picadas. La clave aquí es usar verduras de sabores potentes como la reina cebolla, el ajo y el apio. Si no tienes cebolla, reemplázala por sus parientes cebollín o puerro. La zanahoria con su dulzor y el pimentón con su picor y buen color, son buenos convidados a este malón.
Calienta una olla a fuego medio, echa un buen chorro de aceite de oliva y saltea las verduras un buen rato, hasta que tomen un regio bronceado. Ten calentando unos 2 litros de agua por mientras.
Ahora la sazón: la sal y la pimienta digamos que son los anfitriones. Dándole rienda suelta a tu entusiasmo, recurre a toda la variedad de hierbas y condimentos que tengas a mano: orégano, eneldo o tomillo, ají de color y merkén, comino u otras exóticas como cardamomo y cúrcuma. También apóyate en brebajes como unos chorros de vino blanco y vinagre, salsa de soya o salsa inglesa.
Agrega las hierbas y condimentos en pleno salteo, y los líquidos cuando el dorado esté comenzando a aparecer. Ten en cuenta que si vas a hacer caldo de verduras, debes actuar con generosidad: harta verdura y sazón.
Para terminar, los tiempos: haz tu caldo con calma y relajo, entre más tiempo burbujee más sabores serán libres. Fuego lento siempre (un tostador bajo la olla es una decisión sabia) y en el reloj la palabra «minuto» no existe, aquí solo hablamos de horas.
Cuando tu salteo esté culminando y ya hayas echado los líquidos, baja el fuego y dejar hervir por un par de minutos sin tapar la olla.
Si el caldo va a ser de carne, pollo o pescado ahora es el momento de enfilarlo por su camino: echa unos cuatro huesos de vacuno, pídelos en la carnicería; o una pechuga de pollo, también puedes usar todo lo que te sobre de esos asados del súper; o la cabeza y cola de un pescado, si lo pediste fileteado en la pescadería pide que te las guarden aparte.
Luego añade el agua hirviendo, tapa la olla y dale inicio al tic-tac. Dos horas es un tiempo prudente.
Una vez listo deja enfriar el caldo en la misma olla. Para guardarlo primero cuélalo y luego repártelo dentro de diferentes recipientes en cantidades más pequeñas. Cubetas de hielo, bolsas herméticas, tapers o botellas plásticas chicas. Listo ahí, al freezer.